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Te da una fiebre que te hace querer saltar por la ventana. ¡Jesús, tengo tanta hambre! ¡No aguanto más! Hoy he tenido un sueño, Estaba comiendo chicharrones grasos. -¿Calientes o fríos? -Fríos. Yo no podría, los prefiero calientes y de un bonito color tostado. ¡Por el amor de Dios, compañeros, dejad de cotorrear sobre comida! ¡Todo el mundo a la cama! ¿Me habéis oído? ¡Rápido, moveos! ¡Viene una Baronesa! ¿A qué esperáis? ¡Deprisa! ¡Que nadie saque sus sucios pies por debajo de la manta! Y ni una queja, ¿me oís? ¡Ni una palabra! A sus órdenes. Me gustaría dar la bienvenida a la Archiduquesa. Conozco una bonita bienvenida. -¡Vaya a acostarse! -A sus órdenes. Ya me acuesto. Bueno, aquí está nuestro querido Švejk. Está siendo muy buen paciente, querida Archiduquesa. -¡Una silla! -Švejk, ¡dos enemas y una silla! -¡Para la Baronesa! -¿Un enema para la Baronesa? -¡Una silla! -¡Ah, una silla, cierto! Un soldado checo, buen soldado, ¡soldado lisiado! Quiero mucho a austríacos checos. Lo he leído todo en el periódico. Johann, ven aquí. Te traigo algunas delicias, un bocado. tabaco y bebida. Lee la inscripción en voz alta. «Deutschmeister», licor para soldados y civiles. «¡Dios castigue a Inglaterra!» Cuando en realidad. Disculpe, señora, quería decir: «Dios bendiga todos estos regalos, Amén». El soldado tiene apetito, estará sano pronto y apto para el frente. Ciertamente, Baronesa. No le mantendré un día más de lo necesario. ¡Danos un cigarro! ¡No he fumado desde Dios sabe cuándo! ¡Toma, un cigarrillo! ¡Atención! ¡Atención! ¡Así que, patanes, no aprecias mi amabilidad! Os hago lavado de estómago, os pongo enemas, me preocupo por teneros a dieta absoluta y vais y os llenáis. Os limpiaré el estómago tan a fondo que lo recordaréis hasta que muráis. -¿Conoces a la Baronesa? -Es mi madrastra. Me abandonó a una tierna edad y ahora me ha vuelto a encontrar. ¡Dele otra lavativa y luego envíele directamente a la cárcel! ¡No me perdones! Piense que los fundamentos del imperio se basan en ese enema. ¡Y la victoria es nuestra! ¡Huele mi puño, patán! Preferiría no sentirlo en mi nariz,