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El tiempo no puede destruir el amor. Te amo ahora como te amaba antes, como siempre te he amado. Y también tú me amas. No. No, Guido, no quiero. Estoy ligada a ese hombre y sea cual sea su culpa, no puedo faltar a mi deber. Además, Además, ahora está enfermo y me necesita. Está enfermo, sí. Nos necesita a ti, a mí. Qué ironía del destino. Un enfermo al que debo salvar la vida, aunque le odie, aunque ¡Guido! ¿Te asustan mis palabras? Pero esa es la realidad. Ni tú ni yo podremos librarnos de este atroz pensamiento. No, Guido, no me hables así. No me digas nada más. Sólo te pido eso. No me digas nada más. Elena. Vete. Vete. Vete. ¿Cómo? ¿Lo mandaron a casa hace una semana? Sí, puede que más. Entonces es que está mejor. No, señora, es que no era necesario que permaneciese aquí. Dada la escasez de habitaciones, estamos obligados a limitar la hospitalización de los enfermos al periodo estrictamente indispensable. Buenos días, doctor. Perdone. Buenos días. Perdone un momento, señora. Vuelvo enseguida. ¿No ha llamado nadie? No, doctor. ¿Quién es esa mujer? No lo sé. Ha venido a pedir información sobre Moretti. El de las piernas inmovilizadas. Un tipo curioso. Primero preguntó si no estaba su mujer. Luego hizo un montón de preguntas. ¿Es un familiar? Eso ha dicho. Que se dirija a dirección. Nosotros no estamos autorizados para dar información. Sí, doctor. ¿Le mando a De Michele? Gracias. Si quiere saber más, baje al primer piso. Diríjase a dirección. Entendido. Está bien. Iré a dirección. Muchas gracias. De nada. Ya no está en el hospital. ¿Dónde está? En su casa. Era de suponer. Será difícil verlo aquí por su mujer. En casa, menos todavía. Te interesa esperar. ¿Esperar, cuánto? En las condiciones en que ha quedado, pasarán varios meses antes de curarse. Y yo el dinero lo necesito enseguida. No puedo evitarlo. ¿Por qué no podemos escribirle? No, la primera en leer la carta sería la mujer. Ciertos asuntos, créeme, es mejor tratarlos en persona. No puedo presentarme en su casa. No, pero yo soy tu abogado y hablo en tu nombre. ¡Ah, sí, bien! Llama para pedir una cita. No, me diría que está enfermo, que no puede recibirme. Es mejor que me presente así, de improviso. ¿Cuándo vas a ir? Ahora mismo. ¿Tengo que pedirle una cantidad? Sí, claro, ¿no estábamos de acuerdo? Tengo miedo de disparar muy alto. No te preocupes, es rico, puede pagar. Además, a ti también te interesa, estamos de acuerdo. Cuanto más coja yo, más coges tú. Bueno. Por favor. El señor insiste en hablar contigo personalmente. Parece que se trata del seguro. ¿Por qué? ¿El seguro no va a pagar por los daños del accidente? Siempre es así. Primero mucho hablar y luego Perdone, ¿ha presentado la denuncia? Sí, claro. Ha pedido una indemnización por el coche siniestrado y por los daños personales sufridos por usted. Exactamente. ¿Y nada más? ¿Cómo que nada más? Estoy aquí para ponerme de acuerdo con usted sobre otros daños eventuales que no se denunciaron. Cariño, ven a tomarte la merienda. ¿También él? No, cariño, lo dejamos dormir. Sin duda comprende lo que quiero decir.