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Incluso niega conocerlo, ¿por qué? ¿Por qué razón lo niega? Está bien. ¿Cómo has dicho que se llama? Toma. Está todo aquí. Nombre y dirección. Dame. No puedes jugar con nosotras. ¿Verdad? Sí, es verdad. Nosotras somos buenas. Queremos mucho a mamá. Yo también. No es verdad. Por culpa tuya está en la cárcel. No es verdad. Mentirosa. Eres una mentirosa. Mala, mentirosa, mala. Mentirosa, mala. ¡Que viene la hermana! ¡Vamos, vamos! Anna, ¿qué te pasa? ¿Qué es? Dime, ¿qué te ha pasado? No soy mala. Yo no soy mala. También yo quiero mucho a mi mamá. Claro, cariño. ¿Quién dice lo contrario? Ellas, ellas. No te preocupes. No saben lo que dicen. Arde. Estás mal. Venid, venid conmigo. ¡Mamá! ¡No! ¡No! Mamá no te quiere. ¡Mamá no te quiere! ¡Embustera! ¡Embustera! ¡Mamá no te quiere! ¡Mala! ¡Embustera! Mamá no te quiere. No. No es verdad. ¡Mamá! ¡Mamá! La fiebre aumenta. Pobre pequeña. ¿Qué podríamos hacer? Debería volver a ver a su madre. Sólo eso podría salvarla. ¿Y cómo haríamos? Llámeme loca, pero si yo fuera usted, no perdería un minuto y me dirigiría al director de la cárcel. Usted lo conoce. Siempre me ha dicho que era un hombre comprensivo. Sí, pero Mamá, mamaíta. Elena Moretti. ¿Qué pasa con Elena Moretti? ¿Por qué la has llamado? Me han dicho que la quieren en el locutorio. No, no han entendido nada. Han llamado al director porque la hija de Moretti está enferma grave, pero el director no puede hacer nada. ¡Anna! ¡Hija mía! ¡Quiero ver a mi hija! ¡Quiero verla! ¡Calma! ¡Quiero verla! ¡Hija mía! ¡Dejadme! ¡Dejadme! ¡Quiero ir con mi hija! ¡Nenita! ¡Nenita! Mi niña. ¿Por qué se lo han dicho? Les gusta verla sufrir inútilmente. Podrían haberse callado, ¿no? Señor y Dios, haz conmigo lo que quieras. ¡Haz conmigo lo que quieras pero salva a mi hija! Cálmate. Mañana te pondrás en contacto y sabrás algo. ¡Abrid! ¡Quiero salir! ¡Quiero ir con mi hija! ¡Abridme! ¡Abridme! Si haces eso es peor. Acabarás en la celda de castigo. Vamos, cálmate, cálmate. Cálmate. Quiero verla. Quiero ver a mi hija. La enfermedad de la niña está en creerse culpable hacia la madre. ¿También usted se cree esas historias modernas de médicos? Si la niña tiene un ataque de fiebre, se cura con lo que se tiene y basta. No, ya hemos probado, consejero. No ha servido de nada. Director. Sí, consejero. Esa niña necesita a su madre. De sentir al menos su voz, el calor de su abrazo. Es como si viniera a pedirle una medicina milagrosa para una niña que, de otro modo, morirá. Madre, olvida que tengo reglamentos que respetar, deberes Está bien. Haré traer a la detenida a mi oficina y, mientras, llamaré al juez de instrucción para que autorice la visita. Usted traiga a la niña. La niña ya está aquí. ¿Y si no lo hubiese permitido? Confiábamos en la Divina Providencia y, como ve, no estábamos equivocadas. ¿Entonces? Todo bien. Dios sea loado. ¿Duerme? No. Pobre pequeña. Nena. ¡Nenita mía! ¡Nena! ¡Nenita! ¡Nenita! Nenita, pequeña mía, mírame. Mira, soy tu mamá, ¿oyes?, mira. Mírame, soy tu mamaíta. Mamaíta, eres tú. Sí, tesoro, soy yo. Y ahora estaré siempre contigo, siempre, siempre.