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¡Qué alegría! Papa nos ha traído carne. ¿Quién más tiene un padre así? ¡Qué bien arde el fuego! ¡Qué sabroso huele! Sirvamos rápido la mesa, condimentemos la comida y despertemos a nuestro papá. ¡Desayunaremos, como los ricos! ¡Cállense! ¡Oye Dzibo! Te estoy viendo. ¿Por qué te escondes? Se me ha helado la nariz, en cualquier momento se desprenderá. ¡Qué clima! Había pensado: “entraré en calor en casa de ellos, pero no sé si ya despertaron.“ ¡Oye, lechuza! ¿Has visto muchas cosas esta noche? Espera. ¿Por qué tienes tanta prisa? Pablo, el comisario de policía quiere hacerme inspector. Debo detectar cualquier desorden, ¿has comprendido? ¿Y qué buscas aquí? Huele sabroso. Por eso vine, para saber con cuanta carne te quedaste. ¿Qué carne están cociendo? Una liebre. — Muy orejuda, ¿cierto? ¿Cómo la capturaste? — Como siempre. La liebrecita saltarina, salta sin cesar, y en el perol de Pablo cae a su pesar! En este mundo, de todo puede ocurrir cuando se cumplen los sueños. Si eres afortunado, una liebre saltará a tu perol. De todo puede pasar, si los sueños se han de cumplir. La liebre misma se cocerá, o se asará, ella misma se adornará y a la mesa se servirá. Basta, Pablo. ¿Te has vuelto loco o qué? ¡Con celo servimos, con fervor servimos! Pues, las botas gratis no recibimos. Los policías del barrio parecen presos, tienen muchos panes y pocos quesos. Sea o no sea culpable, la gente, arrestaremos a todos, diligentes. Ante la ley todos son iguales, y por la cárcel deben pasar, como tales. Informa. Señor, comisario de policía, en nuestro distrito, esta noche no ha pasado nada de importancia. ¡Que le aproveche! ¿Qué hay de nuevo con respecto a los obreros? ¿No ha dicho Dzibo, si preparan ellos una revuelta? No se preocupe, todo está en calma, reina el silencio. Es la gracia de Dios. ¡Que maravilloso! ¡Retíralo! Continúa. De la carnicería se llevaron un Carnero entero. ¿Lo encontraron? — ¿Acaso se puede encontrar? Se lo comieron. Sigue. Al casateniente Geork le robaron leña, toda una carretada. Lo del ternero se puede pasar. ¡Pero el robo de la leña! ¿Te lo imaginas? ¡Una carretada! ¿Se la llevaron en sacos o qué? ¡Qué desgracia con la leña esa! Unos la cargan sobre sus hombros, otros la llevan en carretas. ¿Acaso puedes entender cuando es leña robada o no? Señor comisario de policía, el carnicero Mihaka pide audiencias. Que pase. Buenos Días. Ayer compré un ternero por rublos, lo maté, lo despellejé y lo colgué en un gancho. ¿Cómo fue que lo robaron? Si supiera cómo fue, sabría quien fue el ladrón, pero Radio Le pregunto: ¿De dónde se robaron el ternero? Ya lo dije, de la carnicería. ¿Y tú? ¿Dónde estabas? Allí mismo, jefe, dormía sobre el mostrador. ¡Dormías! — ¿Dormías, cierto? ¿Había alguien más en la carnicería, algún dependiente? Había uno, pero yo lo envié a cumplir un encargo. Cuando miré no vi el ternero. No debemos hablar del ternero. ¡Si pagué rublos por él! — Y ese tampoco es el tema. Deja de repetirlo del ternero. No me sale de la cabeza. ¡Tú mismo eres el culpable! No deberías dormir. ¿Qué tiene que ver Radio ? — Le pido que se siente. El comisario de policía tiene otros problemas, más graves que el suyo. ¡Por lo visto, usted se ha olvidado de Dios! ¿Acaso mi problema no es grave? Maté el ternero, lo despellejé y lo colgué de un gancho. ¡Así mismo! ¡Primero lo mataste! ¡Después lo despellejaste! ¡A continuación lo freíste! ¡Desayunaste, almorzaste, cenaste y viniste con una maraña! ¿Cierto? ¿A quién quieres engañar? No te conozco, ¿serás un bandido? ¡Sanguijuela! ¡Eres la desgracia de todo el barrio! Levántale un acta. ¿Qué acta? ¡Hay que cumplir la ley! ¿Qué? ¿Levantas la voz? ¿A quién, a las autoridades! Cuídese los nervios. — ¡Llévenselo! ¡Encierren a este sinvergüenza! Lo tendremos encerrado uno o dos días y se pondrá tan dócil, como la seda. ¡Oh! ¿Para dónde me llevan? ¡Ustedes no tienen corazón! ¿Dónde buscarjusticia! ¡Compré un ternero, lo despelle é y lo colgué en un gancho! ¡Cállate! ¿Lo encerraste? ¡Así mismo! ¿Cuánto da? — rublos. No tiene más. Gimotea, se baña en lágrimas. Coge el dinero y suéltalo. — Ya lo cogí, míralos.
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