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Sí. A excepción de la lavandera Vardó, no hubo más nadie, ni una persona. ¿Va rd ó‘? ¡Vardó! Vardó nunca lo haría. Todos saben que Vardó es honrada y laboriosa. Si ponen a dos hombres a lavar en una palangana, ellos se rendirán antes que lo haga Vardó. INO, no! Esa versión no nos sirve. ¡Perdón! Los ciudadanos exigen que suelte al sabueso. ¡Suéltelo! ¡La encontró, la encontró! ¡Qué diablos! Son unos PUEFCOS. Buenos días. ¿Para qué viniste? — Mis respetos. ¿Qué nuevo has sabido de los sediciosos? Allí todo está bien. Los vigilo constantemente. Vine a hablar de lo de ayer, de la leña y la carne robadas. Por algo eso le roe el alma. No te metas donde no te pidan. ¡Esperen un momento, un momento! Si lo hago de todo corazón, vivo tan solo para servirle. Ya me he probado las hombreras de inspector de policía. Si esa será su voluntad, entonces yo Radio Yo también, a medida de mis fuerzas, trataré de prestarle un servicio. Sabemos cómo eres. Cuenta lo que sabes. ¿Puedo sentarme? Que yo Sepa. Este tronco es de aquella carretada de leña, que le robaron a Gueórkov. Sí, así es. ¿Dónde lo encontraste? ¿Dónde? Dios es testigo! Si cualquier otro lo diría, y yo no lo hubiera visto con mis propios ojos, nunca lo creería. Bueno el ser humano es engendrado en pecado. Si el diablo lo quiere, puede enredar al más santo. ¿Qué dices? ¿Acaso recogiste el tronco a las Puertas de un Santo? Exacto, a las puertas Radio lo juro por mi honor, su excelencia. ¿A las puertas de quién? Del carretero Pablo, ¿lo conoce? ¿Quizás hayas encontrado también la pelliza? ¿La pelliza? La pelliza, no. Pero, él tiene la leña. Y, por cierto, allí huele a carne de ternero. Querida. Hemos venido a informarle que sus muchachas encantadoras han sido aceptadas en la escuela de baile. Sí, sí, sí. Gracias, gracias. Yo no tengo dinero. Eso no le debe preocupar. El caso es que Radio que Radio en esta ciudad hay personas Radio que se preocupan por sus hijas. ¿Qué pasa? ¡Encadenen a todos! ¿Por quién nos toma? ¡Dejeme! ¡Me duele! ¡Deme el sombrero! ¡Deme mi sombrero! ¡Ya me las pagarán! ¿Qué haces, tonto? ¡Suelta a mi padre! Permita informarle, ¡la operación ha acabado! El carretero Pablo y su banda están bien aislados. VOY a quejarme Radio Regístrenlos. — A sus órdenes. ¡Ustedes no tienen derecho! ¿Qué hacen, señores? Eso no se puede hacer. ¡Oh, Dios mío! Date la vuelta. ¡Eh, saco de heno! ¿Para qué quiere el pañuelo? ¿Para qué? ¿Adónde metes la mano? ¡Encontré Radio ¡ — Ese dinero es mío. rublos. — Escóndelos. ¡Alto! — A sus órdenes. Esta dama Radio la registrará yo mismo, personalmente. ¡A Ver. Matón! Cuéntanos, cómo fue que te robaste la carne, la leña y todo lo demás. Nunca he cogido nada ajeno. Miente y ni siquiera pestañea. No miento, digo la verdad. Anteayer, al despertarme, vi que nevaba, en la estufa ardía el fuego y en la carreta había un montón de leña. Pero eso no es nada: Ayer, por la mañanita, al levantarme de la cama, otra vez ardía el fuego, sobre él se hallaba una olla grande y en la olla se estaban cociendo el bazo y el hígado de un ternero. Entonces, hoy te despertaste y viste una pelliza. No, no había ninguna pelliza, decirlo contrario sería una mentira. ¿No lo dirás? Pues, yo te meteré en el Calabozo. Estarás allí o días y te pondrás tan dócil como seda, entonces hablaremos. ¡Agárrenlo! ¡Señor jefe! ¿Por qué usted me Radio ? ¿Quién te dio estos rublos? Éstos rublos nos los entregó cierta desconocida, cuyo nombre no sé. Y nos los dio, para que enseñáramos bailes europeos a las hijas del hombre que acaban de poner tras las rejas. En nuestro centro, el curso de baile cuesta exactamente rublos. ¡Tremenda leyenda! Ahora lo encerraré a usted también. Y mañana me contará, cómo fue que ese pícaro vendió la pelliza y le entregó a usted los rublos. ¡Agárrenlo! ¿Qué? ¡Ustedes no tienen derecho, señores! ¡Soy un extranjero! ¿Comprenden? ¡Soy un extranjero! ¡Mi esposa! ¡Mi esposa! Ya dije que con su esposa hablaré yo, personalmente. ¿Cómo se atreve usted! ¡Cariño mío, mi mujercita! ¡Alicia, no te entregues a él! Pase, por favor. ¡Tía Vardó! ¡Tía Vardó! ¿Qué pasó? — ¡Arrestaron a papá!